lunes, 2 de septiembre de 2013

EL POZO DE AGUA

En búsqueda de una nueva forma de provisionarse de agua, un hombre decidió cavar un pozo en su terreno. Miró por todos lados para ver qué lugar sería el adecuado para cavarlo. Una vez elegido el lugar, cavó hasta los cinco metros sin encontrar ni una sola gota de agua. Desanimado, dejó de cavar allí pensando que no era el sitio idóneo. Buscó una nueva área del terreno y esta vez hizo un agujero con una profundidad de 7 metros. Tampoco halló el líquido elemento. Hizo un tercer intento en otro espacio del terreno y esta vez cavó hasta los 10 metros y nada. No encontró agua. El hombre se dio por vencido y concluyó que era mejor vender el terreno porque no le sería útil cultivarlo sin tener con qué regar.
Un buen día, el hombre fue a visitar al nuevo dueño del terreno y se topó con un hermoso pozo de agua. Extrañado le dijo: ”Amigo, habrás tenido que cavar en muchos lugares hasta encontrar el agua. Recuerdo que yo piqué muchos metros y nada, no encontré ni gota de agua.”, dijo el visitante. El dueño le respondió: “Estás equivocado, compadre. La verdad es que yo sólo cavé doce metros, pero la diferencia es que yo siempre lo hice en el mismo sitio”.

Reflexión

Esa imagen que ves aquí arriba de este texto me pareció similar a la historia que contamos hoy. ¿Ves al hombre que va como loco cavando hasta encontrar esos diamantes? Él no está seguro de encontrarlos, pero no para, sigue esforzándose y va a seguir con todas las ganas hasta llegar al gran tesoro. Mientras que el otro que estaba a centímetros de lograrlo, agotado, se rinde y da media vuelta. ¿Te sientes identificado? Son dos las lecciones las que podemos rescatar en la historia del hombre buscando agua para hacer un pozo y de estos señores busca-diamantes.
Muchas veces en nuestra vida como emprendedores empezamos con todas las ganas porque nos parece que tenemos una idea genial, hacemos nuestro plan de negocio, conversamos con gente, conseguimos el capital, pero al instalarnos y ver que las ventas van lentas, perdemos esa fuerza y si por ahí aparece una nueva idea u opción, somos tentados a dejar aquello que empezamos con pasión para terminar yéndonos por algo que quizá está más fácil o parece serlo.




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